Thursday, July 16, 2015

Oración de Jesús


Existe, en la vida de las Iglesias de Oriente y de la Iglesia Ortodoxa Rusa en particular, una práctica espiritual de la oración muy profunda: la Oración de Jesús, u Oración del corazón. La misma fue introducida en Rusia hacia mediados del siglo XIV y San Sergio, el fundador del monaquismo ruso, la conocía y la practicaba, así como sus discípulos. Entre ellos, Nil de la Sora es uno de los más conocidos. Otro monje muy conocido, Paisij Velitchkovsky, la difundió y popularizó en el siglo XVIII.

Pero, a través de las Iglesias de Oriente, esta práctica se remonta a la tradición de los Padres griegos de la Edad Media bizantina: Gregorio Palamas, Simeón el Nuevo Teólogo, Máximo el Confesor, Diádoco de Fótice; así como a los Padres del desierto de los primeros siglos: Macario y Evagrio. Algunos la vinculan con los mismos Apóstoles: «Esta oración, dice un texto de la Filocalia, nos viene de los santos apóstoles. Les servía para orar sin interrupción, siguiendo la exhortación de San Pablo a los cristianos de orar sin cesar.

Esta tradición espiritual tuvo sus principales focos de vida en los monasterios del Sinaí a partir del siglo XV, y en el Monte Athos, especialmente en el XIV. Desde fines del siglo XVIII se expandió fuera de los monasterios gracias a una obra, la Philocalie publicada en 1782 por un monje griego, Nicodemo el Hagiorita y editada en ruso, poco después, por Paisij Velitchkovsky. Otra más reciente la popularizó, los "Relatos de un peregrino ruso" (fin del siglo XIX). Ese libro está extensamente difundido en Rusia; fue traducido al francés en 1945 en las ediciones de Seuil y existen dos ediciones en castellano, una de ellas agotada y una muy reciente (Relatos de un Peregrino ruso a su Padre Espiritual. Editora Patria Grande. Bs. As. 1978).

La Oración de Jesús es una corriente de la espiritualidad oriental pero algunos ven en ella, además, el «tipo esencial de la mística ortodoxa" (Boulgakoff). Otro autor se atreve a denominarla: «corazón de la Ortodoxia».

Esta oración consiste en una invocación incesante del Nombre de Jesús, de allí su nombre: Oración de Jesús, Ella encuentra su fuerza en la virtud del Nombre divino, el Nombre de Yahveh en el Antiguo Testamento, el Nombre de Jesús en el Nuevo Testamento, particularmente en el libro de los Hechos de los Apóstoles: «Aquél que invoque el nombre del Señor será salvado» (Hechos, 2, 21). El Nombre es la Persona misma. El nombre de Jesús salva, cura, arroja los espíritus impuros, purifica el corazón. Se trata de «llevar constantemente en el corazón al muy dulce Jesús, de ser inflamado, por el recuerdo incesante de su Nombre bienamado y por un inefable amor hacia él», así se expresa el Padre Paisij Velitchkovsky ( ).

Esta oración se apoya en las exhortaciones apostólicas: «Orad sin cesar…» (1 Tes, t, 17): «Haced en todo tiempo, mediante el Espíritu, toda clase de oraciones…» (Efes. 6, 18); e incluso sobre la parábola de Jesús mostrando que «es necesario orar siempre sin descanso» (Luc. 18, 1); y sobre esta palabra de orden: «Velad y orad en todo tiempo» (Luc. 21, 36).

Dicha oración consiste en repetir sin cesar la fórmula: «Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mi, pecador» (según Luc. 18, 38). Se trata del grito del ciego de Jericó que implora a Jesús la curación, y también de la oración del publicano: «Oh Dios, compadécete de mi que soy pecador» (Luc. 18, 13). Es también el Kyrie eleison -Señor, ten piedad de nosotros- de la liturgia. "La forma primitiva de la Oración de Jesús, dice Meyendorf, parece ser el Kyrie eleison cuya repetición constante en las liturgias orientales remonta también a los Padres del desierto ( ).

Las palabras de la fórmula pueden variar, pero se recomienda aplicarse a una fórmula breve y fija. «Esto tomará el nombre de «oración monológica» «Qué vuestra oración ignore toda multiplicidad: una sola palabra bastó al publicano y al hijo pródigo para obtener el perdón de Dios. Que no exista afectación en las palabras de vuestrra oración: ¡Cuántas veces los balbuceos simples y monótonos de los niños conmueven a sus padres! No os lancéis en largos discursos para disipar vuestro espíritu en la búsqueda de palabras. Una sola palabra del Publicano conmovió la misericordia de Dios: una sola palabra llena de fe salvó al Ladrón. La prolijidad en la oración a menudo llena al espíritu de imágenes y lo disipa, mientras que a menudo una sola palabra (fonología) tiene por efecto recogerlo.


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